JORGE GUERRERO
ORIGINALLY PRINTED ON FEB 2, 2023
Guillermo López solo era un joven cuando la realidad de su país natal, Venezuela, lo empezó a sacudir. Actualmente, Venezuela se encuentra en una crisis de gran magnitud gracias a que el gobierno estadounidense y sus aliados están artillando con restricciones y sanciones hechas para que el país no pueda acceder a fuentes de financiamiento que le permitan importar productos y medicinas que su población necesita. Desafortunadamente, las acciones de los dos gobiernos afectan a la gente común, así como Guillermo López. Al darse cuenta de las condiciones en las que tendría que vivir, Guillermo un día decidió hacer algo que muchos teman hacer, dar el salto y mudarse a un país foráneo que jamás había conocido en busca de un mejor futuro.
Al salir de Venezuela, terminó llegando al otro lado del planeta en China donde consiguió una oportunidad laboral. En China, trabajaría por seis años antes de que conociera a su futura esposa. A fin de cuentas, su esposa quedó embarazada de su primer hijo. Porque la esposa es ucraniana, tomaron la decisión de viajar a Ucrania para que tuviera al bebé allí. Todo salió bien y Guillermo empezó su vida como un papá feliz hasta que tres años después estalló una de las peores crisis que el mundo entero ha tenido que vivir en últimos años. Empezó la pandemia más pesada de nuestros tiempos en 2020 y en seguida Guillermo y su familia se tuvieron que marchar de China dejando la mitad de sus pertenencias. Mientras que su esposa regresaba a Ucrania, Guillermo tuvo que irse a EEUU por un mes. Pero ahí también llegó el COVID y termino quedándose atrapado por seis meses donde no tenía visa de trabajo ni hogar permanente. En cuanto abrieron los vuelos a Ucrania, Guillermo decidió lanzarse al país europeo donde vive con su esposa y su hijo.
Desde entonces pasaron dos años mientras estuvo junto a su esposa y dos hijos viviendo en la ciudad de Dnipro, al este de Ucrania, lugar ubicado muy cerca de la frontera rusa. Poco después, Guillermo y su familia empezaron a vivir la peor pesadilla de sus vidas cuando los rusos empezaron a invadir y bombardear a las regiones separatistas de Ucrania. En comparación a las otras crisis que vivió Guillermo en Venezuela y China, no había manera de que Guillermo y su familia se pudiera escapar de esta crisis. Todos los espacios aéreos y las fronteras están cerradas y, además, él no quiere correr el riesgo de perder a su familia en intentos de huir del país. Las autoridades de Ucrania les recomiendan que la mejor opción es quedarse y resguardarse en la casa mientras que mejore la situación. Mientras tanto, las autoridades ucranianas piden que los hombres con edades entre 18 y 60 años que estén en condiciones de poder disparar un arma sean convocados al frente de la batalla (aunque no pertenezcan a las fuerzas armadas) para defender al país. Pero Guillermo insiste que no está dispuesto a ponerse en riesgo por miedo de que pueda dejar solos a su esposa e hijos.
En Ucrania, Guillermo usa sus talentos músicos para poder apoyar a su familia, pero los últimos días han sido de cero trabajos ya que la invasión canceló cualquier evento que estaba planeado. Guillermo y su esposa ahora viven una pesadilla de la que solo quieren escapar. Teniendo hijos de tan solo dos y cuatro años, es muy difícil pintarles la realidad que viven. Él y su esposa le tratan de explicar a su hijo mayor de lo que está pasando solo a unos pocos kilómetros de su casa ya que el pequeño insiste que quiere ir al colegio, hacer su día a día, ir al parque y visitar a su abuela.
La guerra sigue en Ucrania, y Guillermo sigue preservando mucho amor por el país que le abrió las puertas. Pero asegura que, en todo caso, hay más lugares fuera de Ucrania donde su familia puede crecer porque él no quiere este futuro para sus hijos. El caso de Guillermo López es uno que duele el alma, y uno que nadie quiere vivir. Saltando de país a país, crisis tras crisis sin poder escapar hacia una vida sin incertidumbre. La historia de este hombre conecta tres de las crisis más alarmantes del mundo y se va tejiendo con la fortaleza que tuvo para sobrellevar cada una.